viernes, 10 de junio de 2011

África en el corazón

Mi amiga Tania está enamorada de África. Por eso, en vez de Tania Mauri, su nombre y apellido, le gusta que le llamen al revés, Mauri Tania (primero el apellido y luego el nombre, como cuando el maestro pasaba lista en la escuela) para mentar ese país.

Tania ama el Magreb. Pintó su casa de blanco para presumir de que vive en Casablanca. No tiene fe sino Fez. No tiene tetas, sino Tetuanes. Su perro no posee rabo, sino Rabat. Nunca se pone lívida, sino Libia.

Claro que al África negra no lo quiere menos. Si le pides un favor, nunca le da la Ghana hacerlo, pero no por egoísmo, sino sólo por citar ese país. No duerme entre sábanas, sino entre sabanas, y lo que lamenta es no encontrar debajo de ellas auténticas fieras.

Su salud (o su falta de salud) es muy africana. No tiene alergia, sino Argelia. No tiene hongos, sino Congos. No padece de miopía, sino de Etiopía. No suda, sino Sudán. Nunca está mala sino Mali o Malaui.

Su apetito es un espejo del continente negro. No come angula, sino Angola. No come gamba, sino Gambia, y, si alguna es muy grande, no le llama gambón, sino Gabón.

Sus aficiones también remiten a África. No baila el cha-cha-cha, sino el Chad-Chad-Chad. No nada a braza, sino a Brazzaville. No lee el Libro Guinnes de los Récords, sino el Libro Guinea de los Récords.

Su vestuario es puramente africano. En casa está en Bata y sólo se viste para salir. No usa macuto, sino Maputo.

Sus afectos andan por los mismos derroteros. Fue pretendida por un militar, pero lo dejó porque su uniforme era caqui y ella quería un Cabo Verde. Su novio se llama Mauricio, como las islas. Tiene un amigo llamado Hugo, al que insta constantemente a andar (“Hugo, anda”) sólo para mentar Uganda.

Sus creencias no pueden tener que ver con otra realidad: es atea y republicana, pero hace una excepción con Santo Tomé y Príncipe.

En fin, que no respira aire, sino Zaire.

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